Uno de cada tres jóvenes invierte en cromos
Una tendencia al alza
No sólo videojuegos, smartphones y redes sociales. Las nuevas generaciones redescubren el gusto por una pasión que no puede ser más analógica: el coleccionismo de cromos. Ay de quien lo defina como una simple colección de cromos: se trata de tarjetas – no de cromos- dedicadas a temas variados -del deporte al espectáculo, del cómic al manga- que se intercambian por valores que no tienen nada que envidiar a los últimos modelos de smartphone. Entre los nativos digitales y los adultos jóvenes, hasta 1 de cada 7 es comprador habitual de esta evolución de los cromos clásicos. Y, entre ellos, más de 1 de cada 3 busca hacer negocio, comprando para revender, a veces a precios por las nubes. Con inversiones importantes: el gasto medio anual ronda los 350 euros.
Reveladora de esta tendencia (re)emergente es una encuesta -realizada por el portal estudiantil Skuola.net en colaboración con Topps®, una de las realidades de referencia en el sector- en la que participaron 2.200 chicos y chicas en edades comprendidas entre la enseñanza media y la universidad. En concreto, un 10% de la muestra se declaró comprador frecuente, mientras que un 5% llegó a definirse como experto coleccionista. Números que, en el caso de la componente masculina de la muestra, tienden a duplicarse, mientras que en el caso de la femenina tienden a reducirse a la mitad: pero incluso esto es noticia, dado que algunas de las áreas que más gustan son precisamente las del deporte.
El 32% de los varones se dedica principalmente a la colección de cromos de temática futbolística, frente al todavía significativo 18% de las féminas. Le siguen en la escala de preferencias la NBA y los deportes americanos, coleccionados por el 13% de los varones y el 8% de las féminas.
Ambos géneros coinciden prácticamente a la perfección en los deportes de motor -tema elegido por el 10% de los coleccionistas-, pero sobre todo en el género de fantasía, donde contamos verdaderos cultos como las cartas de Pokémon: aquí la vertiente coleccionista se mezcla con la lúdica y convence al 60% de los aficionados al género.
Las chicas, por su parte, prefieren el mundo del manga y el cómic más que los chicos (37% frente a 23%), al igual que las colecciones relacionadas con películas y series de televisión (22% frente a 11%). Y más en general, prevalece en ellas el aspecto pasional sobre el comercial. Aunque el negocio no es una tendencia mayoritaria -interpretan las cartas como verdaderos objetos de culto-, hay que señalar que más de un tercio de los aficionados (34%) compran con la esperanza de encontrar en los sobres cartas raras y preciosas, para utilizarlas como futura inversión, revendiéndolas a los precios indicados por las “listas de precios” del mercado secundario en ese preciso momento, exactamente igual que para cualquier categoría de mercancías que se preste a la compraventa. Una cuota que se eleva al 40% entre los chicos y desciende al 27% entre las chicas.
La “búsqueda de la tarjeta perdida” también vuelve a poner de actualidad otros canales analógicos a los que quizá hayamos renunciado demasiado pronto. De hecho, el 24% de los jóvenes compra packs precintados por Internet, mientras que el resto reparte sus compras entre los distintos canales de distribución. Sin embargo, cuando se trata de cartas sueltas, el canal en línea gana terreno. Sin embargo, con el 51% de la cuota de mercado global, las tiendas especializadas y las ferias, a las que acuden los interesados en busca de productos exclusivos y/o apoyo experto en la compra, siguen resistiendo. Las compras selectivas se realizan cuando las piezas aún son asequibles, y luego se venden cuando adquieren valor. Esto explica también por qué mucho dinero gira en torno a los “coleccionables”. De media, los “coleccionistas” gastan 344 euros por cabeza al año, pero casi 1 de cada 10 llega a superar los mil euros.
¿De dónde viene todo este interés por las cartas coleccionables? Probablemente del apoyo de los adultos de la familia, que evidentemente comparten o incluso inspiran personalmente esta pasión por el coleccionismo. Dos datos lo demuestran claramente: apenas un 18% de los padres, según los relatos de los directamente implicados, se oponen a este acercamiento de sus hijos al coleccionismo; mientras que hasta un 40% lo apoyan abiertamente y, probablemente, lo financian en parte.