Musetti, el sueño continúa: vence a De Minaur y se medirá a Alcaraz en la final

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Algunos partidos no se ganan sólo con derechazos y reveses. Se necesita fortaleza mental, paciencia y la rara habilidad de mantenerse en el partido, en el dolor de un vaivén de emociones que vacilan entre la alegría y el abatimiento, pasando entre la esperanza de lograrlo y el miedo al fracaso. Lorenzo Musetti las encontró todas, una tras otra, en su semifinal contra Alex De Minaur en el Rolex Monte-Carlo Masters. Y al final, tras dos horas y treinta y ocho minutos de una batalla tan densa como el suelo mojado de la Pista Central, firmó la hazaña: 1-6 6-4 7-6(4), sellando su billete para su primera final de Masters 1000.

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Y que decir que el inicio había sido de pesadilla, como viene siendo habitual en el Principado este año: Musetti perdió el primer set cuatro veces de cinco (la única vez que no le ocurrió fue ante Berrettini), tres de ellas por 6-1, incluido el partido de hoy. De Minaur, en versión duende demoníaco, entró a la cancha con fuego en las piernas y la lucidez de un jugador ya acostumbrado a respirar el aire de altura. Break inmediato, presión constante, y Musetti incapaz de encontrar profundidad y ritmo. El marcador se escapó: 3-0, luego 5-1. Llovía, en el cielo y en el juego del italiano, obligado a perseguir y remar sin encontrar nunca una ola favorable. El set acabó 6-1, con la amarga sensación de un día que había empezado mal.

Entonces, algo pasó.

Entonces, algo volvió a cambiar en la cabeza de Musetti. Miró hacia su rincón, donde estaba Simone Tartarini y su familia para darle confianza y ánimo, junto a un público siempre cálido y solidario con Musetti. Lorenzo empezó a encontrar de nuevo la pista, bajó el ritmo donde antes tenía prisa, construyó en lugar de precipitarse. Rompió en el set inicial, e incluso cuando De Minaur trató de volver a ponerse por delante, ganando a su vez el break, el italiano se mantuvo firme, recuperando lo que era suyo, apoyado en un revés que -a medida que pasaban los minutos- volvía a ser lienzo y cincel. ¿El momento clave? El octavo juego del segundo set: Musetti saca un lob de libro, luego rompe el saque y cierra 6-4 entre mil escollos.

El tercer set fue el de la victoria.

El tercer set fue el más musculoso, no en los golpes sino en la cabeza. Breaks, contrabreaks, errores, redenciones. Musetti se puso por delante, luego se desconectó en el momento más bonito, cuando fue a servir para el partido con 5-4. De Minaur le remontó, le superó, pero aquí el de Carrara demostró lo que parecía haber perdido en los últimos meses: la capacidad de resistir, de recomponer las piezas, de creer. Cuando necesitaba mantenerse en el partido por debajo de 5-6, sacó un ace a 215 mph y una derecha ganadora: era el tie-break. En el juego decisivo, el coraje marcó la diferencia. En el 4-4 fue Lorenzo quien apretó, se llevó el punto y encontró el minibreak. Llegaron dos puntos de partido: en el segundo, el central explotó. Era la final con Alcaraz.

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Carlo Galati

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