Nuevo colapso del Inter: el Roma vence en San Siro con Soulé

El Nápoles entró en crisis en el momento más importante de la temporada: el equipo de Inzaghi sufrió su tercera derrota consecutiva en una semana. Tras Bolonia y AC Milan, el campeón de Italia cayó derrotado en San Siro ante el Roma (1-0) y sigue con 71 puntos: por la tarde, el Nápoles puede colocarse con +3 en el Biscione. Fue una victoria crucial para la Roma, que sube a 60 puntos, igualando al Bolonia en el cuarto puesto.
Los nerazzurri acusaron claramente los efectos de la dura derrota sufrida en la Coppa Italia ante el AC Milan, y en la primera parte el equipo de Simone Inzaghi se mostró irreconocible, lento y confuso, casi asustado. Además, los locales perdieron a Pavard por lesión al cuarto de hora, y Bisseck ocupó su lugar. El Roma dispuso de al menos cuatro ocasiones claras, convirtiendo una de ellas: en el 22′ Soulé irrumpió en el área por la derecha y sirvió a Pellegini en la frontal. Tras unos cuantos rebotes, el balón volvió a los pies del argentino, que batió a Sommer.
Tras adelantarse en el marcador, los giallorossi de Ranieri tuvieron al menos dos grandes ocasiones para doblar, primero con Cristante y luego con Shomurodov, ambos imprecisos. Sólo hacia el final del periodo el Inter dio tímidos síntomas de recuperación.
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Mucho nerviosismo en la segunda mitad, el Inter salió presionado pero la Roma no renunció a atacar al contragolpe. Inzaghi introdujo a Dumfries y Zalewski, Barella tuvo una gran ocasión en el 67′ pero la desperdició desde una buena posición. La Roma también consiguió un gol con el joven Pisilli, que chutó desviado delante de Sommer en el minuto 72, y un minuto después con Dovbyk, que fue cerrado por Acerbi en el último momento.
Un ardiente final, el Inter se lanzó al ataque en busca del empate, pero se encontró con un ordenado Roma que no se dejó intimidar en absoluto. En el minuto 90, los nerazzurri protestaron con vehemencia un agarrón a Bisseck en el área giallorossi, pero el árbitro lo dejó pasar y pitó el final. Los anfitriones, descorazonados, fueron incapaces de crear nada más: ahí acabó todo.
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