Las tres Frances y el maravilloso viaje del Monza-Resegone

Ufficio Stampa

Los sueños están hechos para realizarse. Y Francesca Di Modugno, corredora de Correzzana, en Brianza, tenía uno muy bonito desde niña: participar en la Monza-Resegone, una carrera por equipos que en 2024 cumplirá cien años y que siempre ha tenido un encanto especial. En la pasada edición, junto a Francesca Busnelli y Francesca Corno, Di Modugno fue la protagonista de la formación “Le Tre Effe” de la A.S.D. Correzzana, que, con un tiempo de 4 horas, 25 minutos y 43 segundos, se colocó tercera en la general de la categoría femenina.

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Unos días después de la hazaña, todavía hay mucha emoción en los ojos y la voz de Francesca. Sportal.it la entrevistó. “Para mí, la Monza-Resegone es mucho más que una carrera– aclara inmediatamente – Es un sueño que llevo dentro desde niña. Aún recuerdo cuando, con mis padres, íbamos a ver pasar a los atletas por delante de los supermercados Brianzoli de Arcore, la ciudad donde vivía. Los miraba como si fueran superhéroes. Y yo, aquella niña de ojos grandes y llenos de admiración, un día me convertí en uno de ellos. Una atleta”.

“Este año era mi tercera Monza-Resegone– añadió -. En las dos primeras ediciones competí en un equipo mixto. Esta vez, sin embargo, competí por primera vez en un trío exclusivamente femenino. Ha sido un viaje precioso, hecho de preparación, entrenamiento, risas y compartir. Conocí a dos chicas maravillosas, con las que nació una verdadera amistad, hecha de complicidad y confianza. Juntas cultivamos un sueño que se hizo realidad: quedamos terceras en la general y primeras en la contrarreloj Erve-Capanna Monza. Una emoción increíble”.

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Detrás de ese logro hay mucho trabajo. “Yo no hablaría de sacrificios, porque el sacrificio te pesa, sino de disciplina– continuó Francesca, que es madre de dos niñas preciosas-. La disciplina es lo que eliges cada día porque quieres alcanzar un objetivo. Y luego cada detalle cuenta: la nutrición, el descanso, el entrenamiento. Todo gira en torno a eso. Y no podría hacerlo sin mi familia, que me apoya y me ayuda a encontrar tiempo para prepararme. A menudo salgo por la mañana temprano, en invierno, a oscuras. Dos entrenamientos a la semana al amanecer, uno por la tarde, el ‘largo’ el sábado y la recuperación el domingo. En total, cinco entrenamientos por semana. Encajar todo es una lucha constante, pero si realmente quieres algo encuentras la manera”.

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Y entonces, tras meses de preparación, llega la salida. Pura adrenalina. “Allí, en el Arengario de Monza, cuando subes al andén, se te corta la respiración–admitió entonces-. Te llaman, subes, y delante de ti se abren esas cortinas. En ese momento tienes escalofríos. Os miráis y, con una sonrisa, sólo podéis decir: ‘Vamos’. Y empieza la aventura. La ruta para nosotros Brianzoli es especial. En Villasanta, inmediatamente después de Monza, están mis primos. En Arcore, hacia el quinto kilómetro, me esperaba mi tía, con su bicicleta Graziella. En el sillín llevaba a una de mis hijas y nos siguieron durante un tramo. Este año, en Carnate, el hermano de una de mis compañeras incluso nos recibió con fuegos artificiales. Fue precioso. Luego, en Merate, vi a mi hermano, que es bombero. Estaba de servicio y era una tarde de sábado realmente caótica, con tormentas, ráfagas de viento y una noria derrumbada en Lecco: me crucé con él con las luces intermitentes encendidas, una escena inolvidable. De repente, la carrera cambia de tono. Entras en la parte más larga y tranquila hasta Calco. Empiezas a darte cuenta realmente de lo que estás haciendo. Al llegar a Calolzio, empieza el verdadero desafío: la subida. En la contrarreloj, empujamos como locas y por sólo nueve segundos no acabamos segundas.

“En una carrera como ésta, la cohesión es crucial. Corres de tres en tres, y si salta una, salta todo el equipo. Este año he tenido mucha suerte con dos compañeras fantásticas: estábamos unidas, concentradas, convencidas. Las tres nos llamamos Francesca, una señal del destino. Corrimos con el dorsal 3. Cuando nos asignaron los dorsales, nos gustó enseguida. En retrospectiva, quizás habría sido mejor salir más atrás, para poder controlar a nuestras adversarias: sin embargo, estoy convencida de que recuperaremos esos nueve segundos en 2026 y que, quizás, hagamos aún más, A las mujeres que se lo están pensando, les digo: inténtenlo. Hay muchos equipos de retroexcavadoras, pero los equipos femeninos siguen siendo escasos. El sentido de comunidad hay que cultivarlo y os puedo asegurar que también se cultiva con cariño. Y es mucho lo que recibes del público en el Monza Resegone” concluyó Francesca, que a continuación tuvo un pensamiento para el equipo del Maratón de Monza, para ASD Correzzana y para los patrocinadores, Vista Café de Correzzana y Arrediamo de Carnate. «Todos ellos han sido muy importantes: ¿podemos mencionarlos?», preguntó amablemente. “Siempre que realmente recuperes esos nueve segundos”. “Puede contar con ello”. Trato hecho…

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