Monica De Gennaro y Daniele Santarelli: marido y mujer compiten por el título mundial

Siete temporadas en Vicenza forjaron el carácter de Moky: tres campeonatos juveniles, su debut en A1 y un papel cada vez más protagonista en el vestuario. «En aquellos años, nuestro club se sintió parte integrante de los éxitos de la Azzurra», prosigue Coviello, «atletas como Paggi, Togut y Mifkova vistieron la camiseta del Vicenza y contribuyeron a escribir la página histórica del Mundial de 2002″. Saber que De Gennaro también seguía esos pasos era motivo de orgullo». Mónica y Daniele se conocieron en los años del Minetti Vicenza: «Ambos jugaban en sus respectivos equipos del Vicenza, ella en A1, él en B1 – incalza Coviello – profesionales educados, educados, cariñosos y serios. El mismo papel. El equipo masculino y el femenino, en sus respectivas categorías, consiguieron muy buenos resultados, entre otras cosas». El Minetti de la época dorada también produjo las mejores freestylers del mundo, en categoría femenina, como Isabella Zilio y Elke Wijnhoven. Fueron también los años en los que Coviello decidió abrirse al sector masculino, intentando sacar adelante dos universos paralelos que dieran aún más prestigio a Vicenza, al territorio y a la tradición voleibolística que había conseguido construir a lo largo de los años y que era reconocida a nivel mundial, empezando por la Liga Femenina de Voleibol Serie A, pasando por la CEV y terminando por la potentísima FIVB.
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En los Juegos de París el veredicto había sido el contrario, ya que Moky fue capaz de derrotarle en dos ocasiones, primero en la fase de grupos y luego en semifinales. Esta vez lo que está en juego es aún más importante. Mañana, en la noche tailandesa, no será sólo Italia contra Turquía, será el enfrentamiento entre dos destinos cruzados, entre un campeón que está a punto de decir adiós a la selección italiana y un entrenador que es uno de los más laureados del mundo. Pero será también, y sobre todo, el reflejo de una idea nacida hace veinte años en Vicenza: allí, un genio de la comunicación y la gestión llamado Giovanni Coviello fue capaz de creer también en los sueños de estos dos jóvenes, dando al voleibol internacional una eterna lección de compromiso y seriedad.