Ni siquiera un pinchazo detiene a Carlo Calcagni: «No debemos ponernos límites

En su tierra natal, Puglia, el Coronel de Honor del Ejército italiano Carlo Calcagni volvió a dar una extraordinaria lección de vida, deporte y humanidad.
A sólo dos kilómetros de la salida, un pinchazo en la rueda trasera izquierda de su triciclo podría haberle obligado a retirarse.
A sólo dos kilómetros de la salida, un pinchazo en la rueda trasera izquierda de su triciclo podría haberle obligado a retirarse.
Optó por continuar, recorriendo los 38 kilómetros restantes del recorrido con una rueda completamente deshinchada, soportando un ruido ensordecedor y continuos roces sobre el asfalto.
La rueda trasera del triciclo estaba pinchada.
Cada metro recorrido se convirtió en un símbolo de resistencia, fuerza y determinación
.
No fue una simple carrera, sino una demostración concreta de su lema: ‘Nunca te rindas, a pesar de todo y de todos, cueste lo que cueste’.
«Quería demostrar -dice Calcagni- que no es la discapacidad lo que limita a una persona o a un atleta. Los únicos límites reales son los que nos imponemos en la mente. Hoy he seguido adelante a pesar del accidente mecánico para dar testimonio de lo importante que es el deporte: porque el deporte fortalece el cuerpo, el alma y, sobre todo, la mente. Es precisamente esta fuerza mental la que nos permite afrontar cualquier dificultad, cualquier obstáculo, y no rendirnos nunca. El deporte es vida, es pasión, es emoción pura. Todo el mundo debería practicarlo, en cualquiera de sus formas, porque a través del deporte uno aprende a conocerse a sí mismo, a gestionar la fatiga, a creer en uno mismo y a convertir cada limitación en una posibilidad. Hoy quería demostrarlo: esta era mi medalla más importante, no la de oro que he ganado, sino la invisible que se gana por dentro, continuando, incluso y sobre todo, cuando todo parece invitarte a parar. Cualquiera podría haber salido ante un pinchazo, pero yo quería continuar para demostrar que no son los problemas los que tienen que pararnos. Cuando se tiene un objetivo, hay que perseguirlo con empeño, esfuerzo y sacrificio, porque es la única manera de dar valor a la meta alcanzada. Hoy he sufrido más, he luchado más, pero he conseguido mi objetivo, y eso es lo que realmente marca la diferencia.»