Mercado en la Juventus, antecedentes del despido de Igor Tudor

La aventura de Igor Tudor en el banquillo bianconero terminó pocas horas después de la derrota en el Estadio Olímpico. El técnico croata paga por una confusión táctica y de roles que ahora se ha hecho evidente, pero también por una gestión percibida como cada vez más cargada de justificaciones y autoanálisis estériles. Para el club, esas constantes reflexiones parecían una búsqueda constante de coartadas. Una cuestión de «estilo Juve», se podría decir.
Tras el Lazio-Juve, las reacciones han sido vehementes: desde los hinchas furiosos en las redes sociales hasta el descontento interno por algunas decisiones, pasando por la polémica arbitral. Pero hay mucho más detrás de la destitución del entrenador.
Según la Gazzetta dello Sport, la ausencia de resultados acompañó a la de un «estilo» reconocible, trayendo recuerdos de los tiempos difíciles de la gestión Maifredi. Verona como Como, como Madrid: árbitros en el punto de mira, calendario bajo acusación, demasiados partidos complicados uno tras otro. Y en el campo, dedos señalando a los jugadores -el último, Cambiaso- acusados de ya no causar impacto como antaño.
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El equipo, de palabra, parecía compacto. En los hechos, mucho menos. A Tudor nunca le han gustado las concesiones: ni los saques de banda, ni los balones barridos, pero tampoco la diplomacia en las salidas públicas. Y esa etiqueta de ‘barquero’, siempre rechazada pero nunca borrada del todo, ha acabado pesando en su trayectoria.
La decisión maduró rápidamente, con la intervención directa de John Elkann. Esperar más habría supuesto arriesgarse a alejarse de la zona noble de la clasificación sin resolver el principal problema: la falta de identidad. Seis meses después, el fantasma de Thiago Motta -que nunca llegó a desaparecer- se materializó en la Continassa. Terminaba así, tras poco más de medio año, la experiencia de Igor Tudor al frente de la Juventus.
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