Harald Ertl, la trágica historia del hombre que salvó a Niki Lauda con Arturo Merzario

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Harald Ertl fue uno de los pilotos que salvaron a Niki Lauda del incendio de Nurburgring: hace casi cincuenta años, el 1 de agosto de 1976, el vigente campeón del mundo chocó contra el guardarraíl del trazado alemán, su Ferrari se incendió y sólo el coraje de cuatro compañeros, Guy Edwards, Brett Lunger, Arturo Merzario y Ertl, evitó que el austriaco muriera. Fue un auténtico milagro, con el de Como, que ahora tiene 82 años, que se apresuró a soltar los cinturones de seguridad que sujetaban al campeón en el habitáculo, mientras algunos de sus compañeros le despejaban el camino utilizando extintores con gran habilidad.

El fuego se extinguió en el coche.

Lauda, que también había respirado muchos gases nocivos tras el impacto, estuvo entre la vida y la muerte durante unos días, pero luego ganó la batalla. Obstinado como siempre, se sometió a la dolorosa rehabilitación necesaria para poder volver a competir antes de que terminara el campeonato del mundo. Efectivamente, Niki lo consiguió, pero desgraciadamente no pudo con James Hunt: en la última carrera, en Japón, en el circuito de Fuji, sacó la bandera blanca a las pocas vueltas porque le parecía demasiado peligroso correr bajo la lluvia torrencial, por lo que el británico sólo tuvo que acabar tercero para adelantarle en la clasificación.

El año anterior, Erwin tuvo un gran año de éxitos.

El año anterior, Ertl, también austriaco, había conseguido debutar en la Fórmula 1 con un Hesketh, gracias sobre todo a su patrocinio con Warsteiner, creyendo los ejecutivos de la marca cervecera en sus capacidades. La carrera del piloto barbudo en la Fórmula 1 llegó a su fin en 1980, en el Gran Premio de Alemania. Había participado en un total de 29 carreras en el Circo, pero nunca había podido celebrar haber ganado un punto. En Gran Bretaña, en 1975, logró su mejor resultado, al terminar séptimo en el monoplaza británico de Lord Alexander Hesketh, que también era amigo de James Hunt.

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Ertl, que al final de su experiencia en la Fórmula 1 siguió en el negocio tanto como periodista como piloto en categorías inferiores, murió en un accidente aéreo el 7 de abril de 1982 mientras viajaba con su familia: se dirigían a la casa que utilizaban para pasar unas vacaciones sin preocupaciones. Su mujer y su hijo, de sólo tres años, sobrevivieron. Desgraciadamente, no fue el caso de Harald, que no tenía ni 34 años, su cuñado y una sobrina. Un espantoso destino que choca, por ejemplo, con el de Merzario: el octogenario aún hoy se divierte al volante y no se inmuta cuando hay que pisar el pedal del acelerador.

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