Verona derrota a Salerno y está a salvo

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Salernitana-Verona 1-2

Obra maestra del Hellas Verona, obra maestra de Baroni-Sogliano. El Hellas Verona del presidente Maurizio Setti, liderado por el entrenador Marco Baroni y dirigido deportivamente por Sean Sogliano, conquistó la salvación con una jornada de antelación cuando la temporada pasada la salvación llegó tras la victoriosa eliminatoria ante el Spezia. 

El Hellas la consiguió en uno de los campos más calientes de la Serie A, el de Salerno, apoyado por 326 aficionados de Verona, frente a un Salernitana descendido pero con mucho trabajo. El eslovaco Tomas Suslov (22’) y Folorunsho (48’) en la primera parte fueron los responsables de la doble ventaja del Verona, mientras que Giulio Maggiore marcó el gol del Salernitana en el 90’ después, los cinco minutos más dolorosos del tiempo añadido pusieron fin a un año desastroso.

Una temporada que en un momento dado se convirtió en un enigma cuando, el pasado enero, el Presidente Setti ordenó al entrenador Sogliano que vendiera todo lo posible en el mercado de enero para solucionar los problemas financieros del club. Quince se marcharon, entre ellos Ngonge (Nápoles), Djuric (Monza), Terracciano (Milán), Hien (Atalanta), Faraoni (Fiorentina), Doig (Sassuolo) y Hongla (Granada). Hay que decir que algunos de ellos estaban motivados por otros destinos y consideraban su estancia en el Gialloblù al final de la línea.

En cambio, llegaron una decena, entre ellos Noslin, Vinagre, Dani Silva y Swiderski. Jugadores desconocidos para la mayoría, pero no para Sean Sogliano, que la temporada pasada trajo a Duda y Ngonge al Gialloblùs: el creador de opciones técnicas de calidad que convencieron incluso a los más escépticos y al final recompensaron una vez más su campaña de compras.

Al término del partido de ida, el Hellas era antepenúltimo junto a Udinese y Cagliari, a -1 de la salvación. Puertas giratorias en el polideportivo de Peschiera del Garda, ningún enterado habría apostado un euro por la salvación del Verona con la presidencia Setti sonoramente disputada por una afición desorientada y amargada. 

En este contexto, el que no dio una vuelta de tuerca, el que siguió su propia línea, el que no rompió el entorno y habría tenido más de un motivo para hacerlo, el que no abandonó la orilla que se adentraba en aguas cada vez más peligrosas y turbias, fue el entrenador gialloblùs Baroni. No hizo ni una arruga, ni una palabra fuera de lugar. Ejemplar en su profesionalidad, desde el primer día de preparación veraniega hasta la merecida salvación. Él y sus colaboradores se hicieron cargo de los nuevos fichajes, crearon una mezcla con los jugadores restantes, reinventaron a Serdar, un jugador de la Bundesliga que se había convertido en un objeto misterioso, volvieron a motivar a Lazovic, Bonazzoli y Henry, hicieron explotar a Suslov y Noslin, y empujaron a Folorunsho hasta el punto de ser convocado para la selección nacional por el seleccionador Spalletti. Por cierto: Suslov, Noslin, Folorunsho, tres nombres en la rampa de lanzamiento de la próxima campaña de compras. Pero eso será en un futuro próximo. El dulce presente rima con una salvación primero no esperada, luego incierta hasta el último suspiro. 

Aún no ha terminado. Queda el último día, queda el final del campeonato por honrar. El domingo 26 de mayo a las 20.45 en el Bentegodi, llega el Inter, campeón de Italia. Un rival contra el que el Giallobl’del imperturbable Marco Baroni, el tapón del segundo scudetto del Nápoles de Maradona, celebrará la salvación en la Serie A.

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