Petronilla conoce los vinos de Antonio Faravelli: una velada de sabor, memoria y sostenibilidad en Milán

Faravelli

Una perfecta combinación de enología y tradición culinaria cobró vida en el MaMu – Magazzino Musica de via Soave 3, en Milán. Subió al escenario el espectáculo «Petronilla, doctora en cocina – recetas de ayer para los menús de mañana», un original y sentido homenaje a Amalia Moretti Foggia, más conocida por el gran público bajo el seudónimo de Petronilla.

El evento, ideado por Elisabetta Invernici y Alberto Oliva para Galleria&Friends, ha visto el encuentro entre las recetas históricas de la famosa divulgadora y los vinos de Cantine Vitea, firmados por Antonio Faravelli y vinculados al proyecto Golf & Wine 1895. Un maridaje que ha sabido realzar dos excelencias italianas: por un lado la cultura vinícola del Oltrepò Pavese, por otro la memoria gastronómica nacional, capaz aún de hablar a las nuevas generaciones.

Petronilla, interpretada por la actriz Silvana Filippelli, ha vuelto idealmente a su público para contar -con ironía, empatía y perspicacia- su vida y su compromiso civil. De hecho, fue una de las primeras médicas de Italia, así como una de las primeras escritoras del famoso semanario La Domenica del Corriere, donde a partir de 1929 se ganó a los lectores con columnas como «Tra i fornelli». Durante los difíciles años de la guerra y la posguerra, sus consejos fueron un faro para las mujeres italianas, que luchaban contra la escasez de ingredientes, las estrecheces económicas y las necesidades familiares.

Durante la velada, el público -simbólicamente sentado a la mesa con Petronilla- pudo escuchar historias, saborear sugerencias de la época y descubrir recetas que siguen siendo actuales, precursoras de lo que hoy llamamos cocina antidesechos. Fue la propia Petronilla, de hecho, quien se dio cuenta de la importancia de la reutilización creativa en la cocina, transformando sobras e ingredientes pobres en platos sabrosos y nutritivos, anticipando los principios de la sostenibilidad alimentaria.

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La velada terminó con un aplauso coral y un brindis de buenos deseos, naturalmente con vinos Vitea, que acompañaron el evento con elegancia y personalidad, sellando un momento de cultura, memoria y buen gusto.

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