Mattia Caldara se retiró a los 31 años: "Mi cuerpo me traicionó"

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El ex defensa del AC Milan y del Atalanta Mattia Caldara se despidió del fútbol a los 31 años en una larga carta publicada en las redes sociales: “Una hoja en blanco, un bolígrafo. Cierro los ojos, tiro el aire. Los abro de nuevo, ha llegado el momento. Querido fútbol, te digo adiós. He decidido dejarlo. No, no ha sido fácil decidirlo. Tampoco lo es escribir estas palabras. Querido fútbol, te saludo’. Sigo releyéndolas. Quizá sea una forma de aceptarlo. Aceptarlo un poco más. Ahora he encontrado algo de tranquilidad. Pero me ha costado tomar esta decisión”.

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“Todo empezó en julio tras una visita a un especialista: ‘Mattia ya no tienes cartílago en el tobillo. Si sigues así dentro de unos años tendremos que ponerte una prótesis’. Mi cuerpo me había traicionado. Esta vez, tal vez, de forma permanente”.

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Caldara habló en su larga carta de su carrera, en la que vistió las camisetas del Atalanta, Milán, Trapani, Cesena, Venezia, Spezia y Módena. En el Rossoneri la primera lesión grave: “Era mi gran oportunidad. Mis esperanzas estaban encerradas en esos colores. Octubre, un entrenamiento como tantos otros. Estaba corriendo, de repente una sensación que nunca había sentido, como si alguien me hubiera disparado en el tendón. Pensé que alguien me había pisado el tobillo. Me volví para mirar: no había nadie. Recuerdo la cara de Maldini cuando estaba en el sofá. Podía leer el disgusto en su rostro: lo había entendido todo”.

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Luego las nuevas lesiones: “Ya no podía caminar por la calle con la cabeza alta. Me miraba en el espejo y no me reconocía. La ligereza y la despreocupación ya no formaban parte de mí. Y cuando vives situaciones así, no sólo te haces daño a ti mismo, sino también a tus allegados”

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“Me he convencido a mí misma. ‘¿Qué voy a hacer? ’. Me encontraba en esa situación a pesar de haber corrido mucho menos de lo que lo habría hecho en un retiro con un equipo. ‘¿Qué sentido tiene todo esto? ’. Había llegado el momento de decir basta. Basta de jugar al fútbol y, sobre todo, basta del sufrimiento y el vacío que me habían acompañado durante años. Años en los que me escondí de mí mismo. He vuelto a tomar las riendas de mi vida. Estoy recuperando lo que perdí. Aunque, a veces, perderse a uno mismo es útil.

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