Linda Morselli, ex novia de Valentino Rossi, corrió un gran riesgo

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Linda Morselli lo ha pasado realmente mal. La ex novia de Valentino Rossi así como de Fernando Alonso relató en Instagram en un largo post lo que le ocurrió: “Así es como una lubina me mandó al quirófano. (Luego quiero vuestras historias: superadlo si podéis)”.

“Sábado, 21.00 h. Invitado especial. Yo pensando: «Esta noche cocinaré mi pescado favorito: lubina. Será una noche inolvidable». Y… sí. Lo fue. Aperitivo, música, vino, ambiente perfecto. Entonces llega, la lubina. La limpio «con amor», es decir, con cero ganas y cero paciencia. Resultado: la carne + una espina infame acaban en el plato. Obviamente… me la como. Obviamente… se atasca. En el esófago”.

“Yo, genio: «¡Hagamos lo que dice internet! Pan y agua!» Perfecto: ahora he parado el pan TAMBIÉN. Pánico → coche → urgencias sábado noche → 6 horas → RX → llega el TAC. El médico me mira: “La espina de pescado está ahí. Plantada. Y si se mueve mucho corre el riesgo de perforar el esófago”. Perfecto. Vuelvo a la sala de espera recto como una linterna. No”respiro demasiado, no”toso, no”me agacho: cero movimientos innecesarios.

“Pasan las horas → médicos → consultas. «Señorita, hay que operar». Y así me convierto en Linda, la chica de las lubinas. Una reputación que definitivamente no quería. Me duermo a las 11 de la mañana: «Piensa en algo rico». Yo: indecisa entre Nutella, Ryan Gosling y Costa Rica. Elijo Costa Rica (Ryan, perdóname). Y fuera… entro en un universo paralelo bastante bueno. Me despierto FELIZ. Muy. Quizás demasiado.

“Pregunto si puedo quedarme en Costa Rica otros 10 minutos. «No.» Pregunto si pueden hacerme reportajes. «No.» Le pido a A. que me cante una canción. «No.» Empiezo » Hellooo, It’s me… ok, I’ll stop» Propongo una serie de TV ambientada en la sala de post-operatorio. Adivina. Todavía no.

“Así que, mientras me alejan en camilla, grito mi @IG y los nombro mis mejores amigos. «¡NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA LUBINA!» La puerta se cierra. Dramáticamente. Vuelvo a la realidad. Estoy bien. Estoy sano, sin huesos e increíblemente feliz. Y un enorme agradecimiento a todo el personal del Sant’Anna de Como: impecable, amable, tranquilizador e indudablemente paciente. (Gracias especiales también a R. A. y G. por las risas y el Certificado al Valor). Podría haber sido un sábado tranquilo. En lugar de eso, me hice amigo del departamento de cirugía. …la próxima vez: Pizza” concluyó con una broma.

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