Michael Schumacher y el último podio de F1: cómo es hoy el circuito de Valencia

Cristian Lovati

Para un aficionado a la Fórmula 1 siempre es un golpe al corazón ver un circuito que ha albergado carreras más o menos históricas en el pasado en estado de deterioro. Sobre todo si se trata de un circuito que acogió una de las últimas hazañas de la carrera de Michael Schumacher en el Circo. Para ser precisos: el tercer puesto que en 2012 fijó su total de podios ganados en 155. Pero ese es precisamente el amargo destino del Valencia Street Circuit, que aquel año acogió la última prueba de un campeonato de F1 y que desde entonces se ha convertido en un auténtico “circuito fantasma”. Capaz de crear no poca melancolía.

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Schumacher (junto con Hamilton) tiene el mayor número de campeonatos del mundo ganados, unos impresionantes 7
Los dos primeros (1994 y 1995) que ganó con Benetton

Los otros cinco con Ferrari, consecutivos de 2000 a 2004

Fue el primer alemán en alcanzar el techo del mundo en Fórmula 1
He's second in history for number of races won (91), podiums (155) and pole positions (68). Todos ellos por detrás de Hamilton
Se retiró por primera vez en 2006, decidió volver a la competición en 2010 con Mercedes, antes de retirarse definitivamente a finales de 2012

Su hijo Mick ha completado recientemente su primera temporada en la F1

El 29 de diciembre de 2013 Michael resultó gravemente herido en un accidente en una pista de esquí en Meribel, en los Alpes franceses
Desde entonces nunca ha aparecido en público y ha habido muy pocas noticias sobre su estado físico

Son muy pocos los visitantes a los que se permite visitarle, y ninguno ha violado nunca su confidencialidad

Sólo hay que conducir por sus carreteras hoy en día. Las curvas y rectas del circuito urbano de Valencia, que durante cinco años fueron el escenario de los desafíos entre Fernando Alonso y Sebastian Vettel, Lewis Hamilton y Felipe Massa, Kimi Raikkonen y Nico Rosberg, además del mencionado Michael Schumacher, están ahora silenciosas y desoladas. Todavía se pueden ver algunas huellas descoloridas de patrocinadores e inscripciones de la época, mientras que el asfalto está ahora agrietado y los bordillos albergan vegetación que ha crecido espontáneamente desde aquel lejano 2012. Y siglos parecen haber pasado desde aquel 2007 en el que, tras los fastos de la Copa América, la Fórmula 1 decidió otorgar el Gran Premio de Europa a este trazado que parecía futurista.

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Así fue allá por 2008, cuando Felipe Massa ganó con un Ferrari el primer Gran Premio que la Fórmula 1 corrió en Valencia. Y es que, por un lado, al público le encantó que los monoplazas también tuvieran que cruzar el puente móvil diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava en una curva que era espectacular de ver por televisión. Por otro, los propios pilotos se quejaron enseguida de la falta de seguridad del circuito, en particular del escaso agarre. Polémicas que acompañaron al trazado ibérico hasta el mencionado 2012. Una carrera memorable para los aficionados del Cavallino Rampante, con Alonso primero y dos históricos amigos de Maranello completando el podio (Raikkonen segundo y Schumacher, como se ha dicho, tercero). Pero caracterizada por los accidentes, las suspensiones y la polémica.

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Así fue el canto del cisne del Valencia Street Circuit, que a partir de 2014 iba a alternarse con Montmeló para albergar el Gran Premio de España. Sin embargo, por motivos económicos, nada salió adelante. Y, a diferencia de otros trazados que han acogido otras categorías tras decir adiós a la Fórmula 1, nadie volvió a disputar campeonatos oficiales en una pista que pasó de ultramoderna a obsoleta en cuestión de meses.

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A día de hoy, no hay visos de una posible nueva vida para el circuito urbano de Valencia, que incluso ha sido parcialmente víctima de actos de pillaje y vandalismo por parte de los “desconocidos de siempre”. Cuya falta de respeto resulta aún más descorazonadora si se piensa que fue aquí donde Michael Schumacher saludó por última vez al mundo desde un podio. Un chispazo aislado en sus amargos tres años en Mercedes, sin contar una pole position en Montecarlo frustrada por la descalificación. Y ver sus carreteras abandonadas y en parte destruidas mientras tanto es una imagen tan poderosa como desgarradora sobre el paso del tiempo.

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