Testigo de la verdad, del dolor y de la esperanza: Carlo Calcagni recoge el abrazo de Locri

Más que una conferencia: el jueves por la tarde, en Locri (Reggio Calabria), se presentó al público un testimonio conmovedor y poderoso, el del coronel Carlo Calcagni, del Rol de Honor del Ejército italiano, símbolo vivo de coraje, resistencia y dignidad. Al encuentro asistieron ciudadanos, representantes institucionales y autoridades civiles y militares, y resultó ser una página de vida verdadera ligada al alma de un hombre que nunca dejó de luchar.
Una víctima del deber, un soldado y un soldado que nunca dejó de luchar.
Víctima del deber, herido y mutilado por su servicio durante la misión internacional de mantenimiento de la paz de la OTAN, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, en Bosnia-Herzegovina, cumpliendo con éxito todas las misiones de vuelo que se le encomendaron, realizando el más noble de los servicios a la comunidad, salvar vidas, Carlo Calcagni lucha cada día contra una enfermedad degenerativa causada por la exposición a metales pesados y contraída durante su servicio en los Balcanes.
Y, sin embargo, su vida está ligada al alma de un hombre que nunca dejó de luchar.
Y sin embargo, su batalla más dolorosa no es sólo la que libra contra la enfermedad física, sino también y sobre todo la que libra contra la indiferencia, la burocracia y el silencio de las instituciones. Emocionante y que hizo vibrar la fibra sensible de todos los presentes fue también la conmovedora declaración del delegado provincial de Reggio Calabria del Instituto Nacional de la Guardia de Honor de las Tumbas Reales del Panteón, Giovanni Guerrera, que comentó la presencia del Coronel de la siguiente manera: “Fue una velada verdaderamente inolvidable la que vivimos anoche con ocasión de la visita del Coronel Calcagni y del relato de su calvario de dolor por las vicisitudes ligadas a su nobilísima figura de alto oficial de nuestro Ejército”.
“Dolor atroz– añadió – inmenso y no sólo por las condiciones inhumanas de la enfermedad sino, creo, aún más doloroso el burocrático-administrativo que su persona, su dignidad de hombre tuvo y debe afrontar para el reconocimiento de haber cumplido con su deber. Increíble y truculento a la vez. Dije en mi breve intervención que es un héroe por partida triple: en lo profesional, en lo humano y en lo deportivo. Pero creo que me equivoqué al contar, porque el coronel es un héroe en todos los múltiples frentes de su batalla librada como ser vivo en el planeta Tierra. Es un héroe porque desnudó su fortísima fuerza de voluntad, su fibra indestructible, su inmensa e ilimitada fe en Dios. Creo que en su lugar, por utilizar la jerga militar, nos habríamos rendido enseguida, y por mucho menos, ante enemigos tan desagradables, agresivos y cobardes para luchar. Es un símbolo de fuerza, de coraje de resistencia, en una sola bandera llevada con la cabeza alta y encarnada por un hombre que lucha, cree y lidera a pesar de todo: a pesar de ver cómo el mundo se le viene encima. ¿Cómo se puede definir a un hombre así? ¿Héroe? ¿Gigante? ¿Extraterrestre? Todo en su presencia es reductivo”.
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Al final del encuentro, el mensaje del coronel Calcagni se dirigió directamente a las nuevas generaciones: “Queridos jóvenes, queridos amigos,
no dejéis que otros escriban vuestra historia. No sigáis a los que gritan más alto ni a los que prometen atajos fáciles. La verdadera fuerza reside en la coherencia, en el sacrificio, en la responsabilidad. Hoy más que nunca, en un mundo que corre frenéticamente sin rumbo y se pierde en los mensajes efectistas y en los mitos falsos y desviados de las redes sociales, necesitáis redescubrir el valor de lo esencial. Sed guerreros de la luz, incluso cuando todo a vuestro alrededor parezca oscuro. Sed un ejemplo, aunque cueste trabajo, aislamiento y soledad destacar entre la multitud. Sed el cambio que esperáis de los demás”
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“Comprométanse. Luchad. Estudiad. Escuchad– añadió el coronel Calcagni -. Valorad las cosas verdaderas: la familia, la amistad auténtica, el respeto, el deber. No tengáis miedo a caer: cada caída, si se afronta con dignidad, es una lección de vida. Yo soy la prueba viviente de ello. Y recordad siempre esto: lo que cuenta no es lo dura que sea la batalla, sino lo dispuesto que estés a defender aquello en lo que crees. A todos vosotros, chicos, os doy mi lema: Nunca os rindáis, a pesar de todo y de todos, cueste lo que cueste. Porque sólo aquellos que no se rinden… ya han ganado”.